Mentalmente transitable / Christian Barragán

Desde hace veinte años, Anabel Quirarte y Jorge Ornelas transmutaron su práctica individual en un ejercicio colaborativo que unificaron con el pronombre de Quirarte + Ornelas. Coincidentemente, debido a una mudanza que en 2004 les impulsó a dejar el hogar compartido en la Ciudad de México y les llevó a una estancia en la ciudad alemana de Karlsruhe, dieron comienzo a algunos de los ejes de acción que han caracterizado su obra en conjunto: la traslación de espacios a distintos contextos y temporalidades, la abstracción de formas, trayectos y experiencias domésticas y cotidianas en un enunciado geométrico de carácter sensible, y un constante discurrir sobre la condición y comunicación actual, que comprende desde las relaciones interhumanas, las dinámicas que socialmente entablamos con los espacios públicos y privados, hasta la interacción virtual que hibrida tanto el diálogo frontal como el intercambio de información digital. Fue precisamente a partir de un relato biográfico sobre el espacio que Anabel y Jorge habitaron juntos que surgió su primer gran proyecto en colectivo, Casa portátil (2004-2005). En ese momento, la motivación de llevarse consigo el espacio que habían construido a la medida de sus afectos, determinó una forma de pensar y abstraer la experiencia humana en un registro atemporal, a resguardo de la pérdida. Por medio de una traducción del espacio de tres a dos dimensiones (del bulto al plano, de la masa a la extensión de una línea), la casa que existía únicamente como un sitio concreto, con un volúmen y escala específicos, devino en una línea portátil que se extendía y plegaba sobre otro lugar y otro tiempo distintos a su origen, lejos de la contingencia que lo incitó. Ahora, la casa no sólo era portátil, sino también volátil; su nueva condición era mudable y mutable: había dejado de ser solo una casa, para convertirse además en la abstracción de la cosa. Ante la nostalgia de abandonar su hogar, Jorge y Anabel trasladaron el espacio físico y efímero que lo contenía en una imagen abstracta, y por lo tanto más perdurable en la virtualidad de la memoria. Las siguientes dos décadas, Quirarte + Ornelas han transitado numerosas veces del volúmen al plano (y viceversa) en busca de una gramática del espacio que posea simultáneamente el poder de arraigo que da el contacto directo con el territorio vivido y la capacidad proyectiva y autogenerativa de la imagen mental. A través de sus obras en dibujo, pintura, escultura, instalación y animación, durante este arco de tiempo han estado al acecho de posibilitar y potenciar el recorrido de espacios físicos y mentales; esta actividad multidisciplinar ha dado lugar a este presente, en el que su ejercicio se ha concentrado en propiciar el encuentro con la imagen-lugar que su obra ofrece. Extrapolando el volumen sobre el plano (y al revés), modelando la madera, el papel y el PVC, trazando líneas sobre la superficie de la tela o del muro, y aún más allá del espacio de exposición y del taller de trabajo, Quirarte + Ornelas han conseguido plegar el tiempo y multiplicar el espacio de la experiencia humana, ensamblando para ello un lenguaje geométrico, abstracto y sensible que apela a un entendimiento concreto de las cosas. Y si bien, en un primer instante recorrer físicamente la realidad facilita su reconocimiento, es hasta una segunda ocasión cuando abstraemos su imagen mental que hacemos de la experiencia espacial un acontecimiento dotado de sentido (como el de apropiación, pertenencia y transfiguración). Es en ese movimiento pendular que cobra relevancia la trayectoria del dúo compuesto por Quirarte + Ornelas.